El alimento de mi trabajo.
Terapia y Supervisión

Que bien que sigas leyéndome, es señal de que quieres sentirte segura y conocer a donde vas, si estas llegando hasta aquí ya tienes mas que claro que tu salud mental importa y muuuchooo!, así que olé tú.

Y te aseguro que para mi es lo mas importante, por eso es mi obligación estar en constante aprendizaje y reciclaje, no me refiero ahora a la formación o las experiencias profesionales, que por supuesto son cruciales, me refiero a algo mas importante aún, la propia salud mental de la terapeuta, el cuidado de la cuidadora (ojo, no salvadoras).

Aquí también están las entrañas de la Mirada Violeta, el trabajo personal constante, ya que como suele decirse desde un enfoque humanista de la psicología, la principal herramienta en la terapia es la terapeuta. Como tal, necesitamos cuidarnos mucho, no sólo con descanso, espacios de esparcimiento, desconexión del trabajo etc, también con conexión, con terapia propia y supervisión.

Si, para mí una buena terapeuta, es la que sabe que la vida también le pasa a ella, la que está en constante exploración, porque este trabajo de acompañar nos toca si o si en lo mas profundo.

Desde nuestras propias heridas, daños, dolores, perdidas, amores, rutinas, errores, aciertos, hasta la conexión con las vivencias de las mujeres con las que trabajo. Estamos expuestas al trauma todo el rato, al propio y al ajeno (que a veces resuena con el nuestro). Si, estamos expuestas al trauma vicario, a esa fatiga por compasión, de la que no podemos impermeabilizarnos, pero si trabajarla, tener la valentía de mirarnos cuando algo nos toca y de supervisar cuando estamos atascadas, o cuando creemos que podemos dañar, o cuando hemos hecho daño, porque en relación el daño siempre está y la posibilidad de reducirlo y repararlo también y eso sólo lo podemos hacer en compañía de otras profesionales, que nos cuiden y que nos atiendan y que nos escuchen, y que nos den apego y seguridad.

El alimento de la terapeuta es su terapia y su supervisión

Aquí quiero dedicar un espacio a las cuidadoras y cuidadores detrás de mi trabajo, a mis tutoras y tutores de resiliencia, que tanto me dan, que tanto me apoyan y me nutren, mi alimento. Te presento a estas personas bonitas y preparadas, GRACIAS POR VUESTRA ACOGIDA Y ACOMPAÑAMIENTO, la paciencia y el no juicio.

Marta Farré de CuerposConTextos. Con Marta recibo Terapia Somatic, un descubrimiento que le ha dado un vuelco a mi vida y a mi cuerpito. Con ella estoy integrando el “a fuego lento”, que da gusto y descubriendo las infinitas posibilidades de calmarme…

Verónica Alcobendas de lapsicokiller. Con Verónica estoy muy muy a salvo, ella me da firmeza y seguridad cuando trabajo con mujeres en situaciones muy vulnerables, me ayuda a volver a mi centro y a integrar el feminismo con una finura casi poética. Desde las tripas como ella tanto dice y desde la ternura.

Leticia Pérez, con Leti he aprendido a dar voz a mi cuerpo, a través del movimiento expresivo con Rio Abierto, darme cuenta de que los bloqueos emocionales acumulados no tienen porque salir en forma de palabras, de que el cuerpo es todo, ya que todo lo que somos es cuerpo. Danza y masajes para abrirme a la vida, con menos miedos, con mas seguridad y cariño hacia mi misma y las demás.

Antonio Gamiz, con Antonio tengo la contención emocional que necesito casi en cada sesión de terapia-supervisión, la mirada limpia y amable, de un hombre tan sensible como intuitivo.

David Salas de CuatroVientosGestalt, con David puedo profundizar a fondo gracias a los espacios grupales que facilita con tanto amor y respeto a su profesión, en sus sesiones he aprendido a implicarme sin hacerme daño y en su espacio encuentro la calma y la seguridad que necesito para viajar a mis heridas mas tempranas y acompañar en sus viajes
a las consultantes.

Ellas y ellos son ahora mi faro, con los que hago terapia y supervisión.
La mejor inversión sin duda
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